CP.El despliegue policíaco se produjo por una orden de aprehensión contra un probable delincuente que en los momentos de las pesquisas viajaba en una motocicleta, en las inmediaciones de la Colonia Albania Alta, frente a la Escuela Normal Superior, a las 10:45 horas de este viernes.
El sindicado iba acompañado de dos presuntos ladrones. Los sujetos, desde la motocicleta en movimiento, hicieron cuatro balazos contra los agentes de la Policía Ministerial para después accidentarse en la Avenida 20 de Noviembre, esquina con la Calle Bombona de Albania Alta. La Policía logró detener a uno de ellos y los otros escaparon.
En ese lugar quedaron abandonados la motocicleta marca Italika de color rojo sin placas de circulación y los casquillos percutidos al parecer calibre nueve milímetros.
La motocicleta y las ojivas quedaron custodiadas por los uniformados de Vialidad. Los vecinos de la Colonia Albania Alta estaban aterrorizados al escuchar las detonaciones y al notar la inusitada presencia de patrullas que se desplazaban entre las calles.
Derivado del arresto, la Policía ubicó un domicilio en la Avenida Araucarias y Calle Ciprés de la Colonia Albania Baja, a unas 20 cuadras del accidente de tránsito. En este inmueble salió un sujeto con un vaso de agua en la mano sin el menor temor de ver a los policías armados.
Incluso, amablemente permitió a los agentes su entrada a la vivienda donde detuvieron a unos cinco supuestos ladrones más, entre ellos a una mujer y al hombre del vaso de agua. Se dijo también que antes de que llegara la Policía se escucharon unos cuatros balazos provenientes del interior de esa casa. Sumaban seis detenidos con el que se arrestó en el accidente de la moto.
En estos momentos el convoy había aumentado considerablemente, de tal suerte que participaban policías municipales, estatales preventivos, federales, de Tránsito y ministeriales.
Un habitante contó que esa casa hecha de material y losa era rentada por varios jóvenes, aunque desconocía a qué se dedicaban. Este inmueble quedó resguardado por varios agentes, inclusive media hora más tarde fue sitiado por personal del Ejército Mexicano.
"Se desconoce porqué se presentaron los militares, al menos que hayan encontrado droga o armas de uso exclusivo del Ejército", comentó un agente.
A pesar de que en cada sitio quedaban algunos elementos al resguardo de la moto y la casa, la tropa crecía a medida en que otros se sumaban al operativo.
El convoy de por lo menos unas 20 patrullas se arrancó de esta dirección y se aparcó momentáneamente sobre la Calzada al Sumidero, frente a la Colonia Reforma, donde los comandantes se pusieron de acuerdo para desplegar la ronda.
La hilera de patrullas se condujo hacia el norte de la ciudad y se detuvo en la entrada del Parque Nacional Cañón del Sumidero. Ahí los elementos hablaban quedito. De pronto, los uniformados con sendas armas largas y cortas bajaron a pie de la carretera hacia un camino de extravío y revisaron un inmueble, en el que nada hallaron.
Por otra parte, la Policía cuestionaba a los primeros detenidos para localizar al resto de la banda. Estas declaraciones condujeron a las autoridades a otras colonias.
En la entrada del Parque Nacional algunos colectivos tienen sus terminales, cuyos operadores y vecinos del lugar estaban desconcertados por la aparatosa presencia policial. Las patrullas abandonaron este lugar y en convoy bajaron sobre la misma Calzada y se internaron en la Colonia Reforma, incluso bloquearon una calle y luego se retiraron.
En cada parada que las unidades hacían, los vecinos cerraban sus puertas y divisaban desde los intersticios de las ventanas, más aún cuando los agentes emitían gritos, duros y rigorosos, para animar al cuerpo policíaco.
Más tarde el patrullaje se aproximó a un domicilio de dos plantas de color morado, en cuyas paredes superiores laterales había dos cámaras de seguridad, en la Avenida Caracol de la Colonia Cruz con Casitas.
Las unidades brincaban al transitar sobre la accidentada calle y se estacionaron bruscamente casi frente al inmueble. Los elementos saltaron desde las góndolas al piso para después hacer disparos al aire, como contestación a las detonaciones que proveían del interior de la casa.
Sitiaron el frontispicio y abrieron la puerta pequeña del portón a patadas. Algunos agentes irrumpieron en la vivienda y desinstalaron a golpes las cámaras de seguridad. Revisaron hasta el último rincón sin encontrar a los que buscaban.
Una joven mujer salió del domicilio y reclamó a los agentes los daños que habían ocasionado, incluso argumentó que las cámaras eran de juguete y fueron instaladas por los constantes robos a casa habitación en la zona.
En el hogar había también una señora mayor y una adolescente. Hasta ese instante no había un solo hombre.
Unos patrulleros mantuvieron la guardia, mientras que el resto del grupo -comandados por José María de la Cruz Chanona, director de Seguridad Pública Municipal, y Orlando Leyva Lobato, titular de la Policía Ministerial- comenzó las pesquisas en los domicilios y baldíos contiguos.
Los vecinos inmediatos mantenían cerradas sus puertas, los de las cuadras adyacentes se asomaban a observar el intenso operativo, cuyos elementos corrían de un lado a otro en busca de los presuntos delincuentes.
Había quienes pensaban que los sindicados habían huido, sin embargo, los elementos aseguraban lo contrario, de tal suerte que se metían en los matorrales y trepaban las azoteas de las propiedades vecinas.
Estaban obstinados en su faena que rodearon una manzana completa, catearon varios domicilios, mientras que algunos habitantes intrépidos avistaban el dispositivo de seguridad desde lejos.
Cerca de las 14:00 horas, tres horas más tarde del primer enfrentamiento, uno de los policías ubicó a los dos malandrines faltantes agazapados entre bardas adosadas de dos inmuebles. Los agentes regresaron nuevamente a la casa morada.
Minutos antes de la detención de estos últimos, extrañamente un sujeto salió por la puerta que los policías habían abierto violentamente. El muchacho caminaba tranquilamente entre las patrullas que bloqueaban la calle, cuando fue increpado por uno de los oficiales.
Éste indicó que era de oficio mecánico; sin embargo, fue regresado a la casa morada por órdenes de la Policía. Se presentó como hijo de la mujer mayor y aceptó que su hermano y su padre estaban escondidos por temor a los disparos.
La señora asintió ser familiar del mecánico y advirtió denunciar a la Policía ante Derechos Humanos por la manera de entrar a su casa en la que estaban ocultos su esposo y su hijo, quienes quedaron detenidos, salvo el mecánico. En total hubo ocho detenidos en promedio. Cinco motocicletas fueron aseguradas, cuatro de ellas, algunas recién pintadas, estaban en la casa morada y la quinta es la que fue abandonada frente a la Normal Superior, sostuvieron preliminarmente fuentes policíacas.
El sindicado iba acompañado de dos presuntos ladrones. Los sujetos, desde la motocicleta en movimiento, hicieron cuatro balazos contra los agentes de la Policía Ministerial para después accidentarse en la Avenida 20 de Noviembre, esquina con la Calle Bombona de Albania Alta. La Policía logró detener a uno de ellos y los otros escaparon.
En ese lugar quedaron abandonados la motocicleta marca Italika de color rojo sin placas de circulación y los casquillos percutidos al parecer calibre nueve milímetros.
La motocicleta y las ojivas quedaron custodiadas por los uniformados de Vialidad. Los vecinos de la Colonia Albania Alta estaban aterrorizados al escuchar las detonaciones y al notar la inusitada presencia de patrullas que se desplazaban entre las calles.
Derivado del arresto, la Policía ubicó un domicilio en la Avenida Araucarias y Calle Ciprés de la Colonia Albania Baja, a unas 20 cuadras del accidente de tránsito. En este inmueble salió un sujeto con un vaso de agua en la mano sin el menor temor de ver a los policías armados.
Incluso, amablemente permitió a los agentes su entrada a la vivienda donde detuvieron a unos cinco supuestos ladrones más, entre ellos a una mujer y al hombre del vaso de agua. Se dijo también que antes de que llegara la Policía se escucharon unos cuatros balazos provenientes del interior de esa casa. Sumaban seis detenidos con el que se arrestó en el accidente de la moto.
En estos momentos el convoy había aumentado considerablemente, de tal suerte que participaban policías municipales, estatales preventivos, federales, de Tránsito y ministeriales.
Un habitante contó que esa casa hecha de material y losa era rentada por varios jóvenes, aunque desconocía a qué se dedicaban. Este inmueble quedó resguardado por varios agentes, inclusive media hora más tarde fue sitiado por personal del Ejército Mexicano.
"Se desconoce porqué se presentaron los militares, al menos que hayan encontrado droga o armas de uso exclusivo del Ejército", comentó un agente.
A pesar de que en cada sitio quedaban algunos elementos al resguardo de la moto y la casa, la tropa crecía a medida en que otros se sumaban al operativo.
El convoy de por lo menos unas 20 patrullas se arrancó de esta dirección y se aparcó momentáneamente sobre la Calzada al Sumidero, frente a la Colonia Reforma, donde los comandantes se pusieron de acuerdo para desplegar la ronda.
La hilera de patrullas se condujo hacia el norte de la ciudad y se detuvo en la entrada del Parque Nacional Cañón del Sumidero. Ahí los elementos hablaban quedito. De pronto, los uniformados con sendas armas largas y cortas bajaron a pie de la carretera hacia un camino de extravío y revisaron un inmueble, en el que nada hallaron.
Por otra parte, la Policía cuestionaba a los primeros detenidos para localizar al resto de la banda. Estas declaraciones condujeron a las autoridades a otras colonias.
En la entrada del Parque Nacional algunos colectivos tienen sus terminales, cuyos operadores y vecinos del lugar estaban desconcertados por la aparatosa presencia policial. Las patrullas abandonaron este lugar y en convoy bajaron sobre la misma Calzada y se internaron en la Colonia Reforma, incluso bloquearon una calle y luego se retiraron.
En cada parada que las unidades hacían, los vecinos cerraban sus puertas y divisaban desde los intersticios de las ventanas, más aún cuando los agentes emitían gritos, duros y rigorosos, para animar al cuerpo policíaco.
Más tarde el patrullaje se aproximó a un domicilio de dos plantas de color morado, en cuyas paredes superiores laterales había dos cámaras de seguridad, en la Avenida Caracol de la Colonia Cruz con Casitas.
Las unidades brincaban al transitar sobre la accidentada calle y se estacionaron bruscamente casi frente al inmueble. Los elementos saltaron desde las góndolas al piso para después hacer disparos al aire, como contestación a las detonaciones que proveían del interior de la casa.
Sitiaron el frontispicio y abrieron la puerta pequeña del portón a patadas. Algunos agentes irrumpieron en la vivienda y desinstalaron a golpes las cámaras de seguridad. Revisaron hasta el último rincón sin encontrar a los que buscaban.
Una joven mujer salió del domicilio y reclamó a los agentes los daños que habían ocasionado, incluso argumentó que las cámaras eran de juguete y fueron instaladas por los constantes robos a casa habitación en la zona.
En el hogar había también una señora mayor y una adolescente. Hasta ese instante no había un solo hombre.
Unos patrulleros mantuvieron la guardia, mientras que el resto del grupo -comandados por José María de la Cruz Chanona, director de Seguridad Pública Municipal, y Orlando Leyva Lobato, titular de la Policía Ministerial- comenzó las pesquisas en los domicilios y baldíos contiguos.
Los vecinos inmediatos mantenían cerradas sus puertas, los de las cuadras adyacentes se asomaban a observar el intenso operativo, cuyos elementos corrían de un lado a otro en busca de los presuntos delincuentes.
Había quienes pensaban que los sindicados habían huido, sin embargo, los elementos aseguraban lo contrario, de tal suerte que se metían en los matorrales y trepaban las azoteas de las propiedades vecinas.
Estaban obstinados en su faena que rodearon una manzana completa, catearon varios domicilios, mientras que algunos habitantes intrépidos avistaban el dispositivo de seguridad desde lejos.
Cerca de las 14:00 horas, tres horas más tarde del primer enfrentamiento, uno de los policías ubicó a los dos malandrines faltantes agazapados entre bardas adosadas de dos inmuebles. Los agentes regresaron nuevamente a la casa morada.
Minutos antes de la detención de estos últimos, extrañamente un sujeto salió por la puerta que los policías habían abierto violentamente. El muchacho caminaba tranquilamente entre las patrullas que bloqueaban la calle, cuando fue increpado por uno de los oficiales.
Éste indicó que era de oficio mecánico; sin embargo, fue regresado a la casa morada por órdenes de la Policía. Se presentó como hijo de la mujer mayor y aceptó que su hermano y su padre estaban escondidos por temor a los disparos.
La señora asintió ser familiar del mecánico y advirtió denunciar a la Policía ante Derechos Humanos por la manera de entrar a su casa en la que estaban ocultos su esposo y su hijo, quienes quedaron detenidos, salvo el mecánico. En total hubo ocho detenidos en promedio. Cinco motocicletas fueron aseguradas, cuatro de ellas, algunas recién pintadas, estaban en la casa morada y la quinta es la que fue abandonada frente a la Normal Superior, sostuvieron preliminarmente fuentes policíacas.
QUE BUENO QUE HAYAN AGARARDO AL DELINCUENTE Y NO SOLO EL SI NO LOS DEMAS TAMBIEN YA QUE TODOS SON LOS QUE LO CONFORMAN PERO DA MUCHA PENA QUE LAS AUTORIDAES NO APLIQUEN JUSTICIA POR UQE VARIOS DE ELLOS YA ANDAN SUELTOS Y PRESENTA PELIGRO PARA LA COMUNIDAD Y ES NESESARIO QUE NOS MANTENGAN AL TANTO DEL CASO AMS PARA LOS VECINOS QUE VIVEN CERCA
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